Sobre La tarde del elefante y otros poemas de Luis Benítez, por Susana Gerbiez
En el cronotopo
descrito por Bajtin los elementos del tiempo se revelan en el espacio y el espacio es entendido y medido a través del tiempo:
porque llegué
una hora tarde
y te dejé
solo en la enorme Nueva York
Decías sólo
se está solo en las grandes ciudades
La serie
tiempo está dada por elementos dinámicos que apelan a él, por deícticos espaciales que en su combinación temporal construyen
versos tales como: “decías que la rutina es una vieja ciega / que mendiga
monedas por Bond Street y por Harlem
/ y que cada persona la recibe en su casa”. Cronotopo éste que se actualizará hacia el final del poema para reproducir uno nuevo, homologado a la pregunta inicial, donde el tiempo es
tiempo y el espacio es la configuración de un enorme cuerpo que lo mide y contiene.
Artaud (El
teatro y su doble) considera que “la imagen de un crimen en su representación adecuada, es infinitamente más terrible
para el espíritu que la ejecución real de ese crimen”; así es como esa inmensa aparición brechteana: “de cinco
mil kg de pacífica selva”, irrumpe en el relato, con toda su intención de extrañamiento pero con toda la contundencia
preanunciada en cada uno de los indicios metonímicos: “enorme sombra”, “pisadas majestuosas”. Fragmento
y síntesis jugando en el interior mismo del lenguaje.
La presencia
espacial y temporal majestuosa, es la voz que se enuncia “elefante”. Las otras voces están dadas por un juego
de enunciaciones múltiples. En este cruce el discurso indirecto libre aparece reviviendo el discurso del otro en la voz de un mega-enunciador. Pasolini afirma que en el discurso indirecto libre
no hay mezcla de dos sujetos de enunciación, sino que se trata de una enunciación que opera en dos actos: uno que constituye
un personaje en primera persona y otro que lo pone en escena. El sujeto enunciado Nickie es puesto en escena permanentemente
por otra voz que se constituye en este discurso indirecto libre: “y decías que el marido de ella era calvo / el tonto
de los tebeos repetías /mientras la gente siempre está alerta la gente / dejaba corriendo la acera / tumbaba las sillas”.
El megaenunciador
está ahí, intenta un presente continuo, pero acecha el pasado en un imperfecto que, al decir de Pasolini, es el tiempo más
importante del discurso “reanimado”:
“dibujaba,
decías, olvidaba, tumbaba”, pasado que acecha como esa presencia amenazante que aglutina, en su enorme semántica, los
tiempos y espacios de un cronotopo que distancia, extraña y fascina.
En el poema
“Un sonido inquietante que filtra las paredes”, esa reanimación del discurso del sujeto hablante en tanto personaje
particular (Pasolini) la observamos como la voz que el enunciador adopta aquí, en la forma de “una regla antigua”,
tomando su lugar en el sintagma a través de las voces de poetas, historiadores y profetas. Este sintagma se extiende del mismo
modo en que los personajes hormigas filtran las paredes, la hilera de insectos construye un cronotopo dado por la combinación
perfecta de un tiempo permanente y un espacio que esboza un sintagma que, así como el lingüístico, se desenvuelve de manera
temporal y espacial: “En su mundo el tiempo tiene una escala donde somos apenas otro animal”. Y mientras los personajes
construyen esta particular capa sintagmática, la enunciación en su dimensión pragmática establece relaciones paradigmáticas
tales como: “mapas infinitos”, “su mundo paralelo” “proclaman nuevas repúblicas y nuevas innovaciones”.
Otra forma
del cronotopo bajtineano en Luis Benítez se observa en el poema “Gorriones de otra parte”: el título instaura
la imposibilidad de una constitución firme de espacio y tiempo, no obstante el significante “otra parte” apelaría
a la significación de la totalidad; se instala la idea de tránsito, de tiempo como lugar constituido por huellas, marcas,
pregnación de un pasado que construye el presente. Tiempo y espacio diseñado por huellas en un recorrido referencial contextualizado:
“¿ No está aquél en el París / que iba a ajusticiar a Villon por saquear una iglesia / y que lo vio como yo ahora, /
del suelo hasta un balcón y de éste / a un árbol plantado en ese mundo? / ¿Ese otro no hace sombra en Irán, / sobre un patio
rodeado de leones, / y no es un rey quien corre las sedas y los oros / que nublan el fasto de su paso…?”
Así también
en “Su pequeño tiempo detenido”, los índices del tiempo quedan tras el dibujo de la muerte en la acera, y en “Atavismos”
el permanente retorno es la sombra del tiempo que se presenta como un cuerpo de infinitos significantes: “Así vuelve
una y otra vez / esa certeza inexplicable como una pavana / que repetimos sin recordar su autor /”; “ Como una
ex novia que envía cartas y cartas…”.
Reviviendo
el habla de otro en este organismo vivo (Bajtin) que conforma “La tarde del elefante”, el discurso indirecto libre
armoniza su función vivificante con la función expresiva, en un diálogo de voces que se deslizan por la diégesis con total
destreza y agilidad. Así en “Su pequeño tiempo detenido”, se escenifica la voz del criminal; en “Truchas
en el ocaso sureño”, el casero de la cabaña expone su vulgar lengua y el “impúdico veterinario” de “El
zorrino de Juan Cristóbal” hace estallar la presencia simultánea de estas dos voces en una elección gramatical que otorga
vitalidad a variadas locuciones.
En “Two
tracks´ cowboy” las interrogaciones retóricas actualizan otras voces que se hacen presentes sólo de manera paradigmática.
Pero el discurso indirecto libre adquiere su total contundencia en “El chico del revólver apuntando a la cabeza del
chico periodista”, la trasgresión es la norma y este poema expone en su estructura binaria una sintaxis obscena, que
apela a un sincretismo no sólo de lugares y tiempos, sino también de voces: “No me mates no me mates, / tú que perteneces
al mundo de los que ordenan el mundo, / no me mates a mí que te amenazo / porque el último regusto del Renacimiento se irá
conmigo…” y así, a través de un magistral desplazamiento simbólico, la duplicidad estructural se cierra en un
paneo que funde víctimas y victimarios en un una única voz: “a ti que la empuñas te suplico piedad”.
Configuraciones
espaciales y temporales transitadas por múltiples voces, en los cimientos de una sólida y compleja edificación, “La
tarde del elefante y otros poemas”.